El Liderazgo Femenino en la generación del Bienestar Laboral

Estamos siendo espectadores de un cambio de era en el que aún seguimos posicionándonos en el discurso sobre las diferencias entre mujeres y hombres.

Autor: Renée Scott Avellaneda (Directora General Alianza Preventiva)

Estamos siendo espectadores de un cambio de era en el que aún seguimos posicionándonos en el discurso sobre las diferencias entre mujeres y hombres. Mi propuesta, nada más comenzar este artículo, es la de adquirir el rol de protagonistas del cambio de era, donde asumamos, aceptemos y validemos esas diferencias que la Ciencia ha corroborado tiempos atrás (a nivel genético, fisiológico, neurológico y sensorial), para construir, desde las bondades de las mismas, lo que Isabel Myers y Elisabeth Briggs a la luz de la Teoría de la Personalidad de Jung (1.923), identificaron como “el uso constructivo de las diferencias”.

Esta capacidad analítica que nos ofrece “hoy” nuestra sociedad digital, nos lleva a determinar qué se está produciendo un cambio profundo y fundamental en la forma de pensar.

Ante este hecho, a los nuevos valores, hemos de añadirles distintos comportamientos que los sustenten, para terminar de conformar el sistema de gestión. Es necesaria, por tanto, una nueva Cultura Organizacional que replantee los “qués” y los “cómos” del trabajo en el siglo XXI y la relación con sus ejecutores: mujeres y hombres.

A finales del siglo XIX, en el mundo empresarial nacieron conceptos que hoy día lo identificamos como “Wellness” y “Wellbeing” que nos recuerdan la necesidad de definir un equilibrio saludable entre los niveles mental, físico y emocional, obteniendo como resultado un estado de bienestar general del individuo, cuyos beneficios redundan en la esfera profesional, desde la esfera personal y familiar y todo ello parece obvio.

Ahora el reto está en que las empresas comprueben si están alineadas o no a esta tendencia, pues no se trata de una moda pasajera. La corriente del cuidado, la salud y el bienestar es imparable y está revolucionando el escenario organizacional, originando nuevas necesidades, deseos, formas de comportamiento, prioridades y propósitos. Por fin somos conscientes de que la razón de ser se encuentra en el individuo, convirtiéndose el capital humano en el epicentro de cualquier empresa.

Ahora el reto está en que las empresas comprueben si están alineadas o no a esta tendencia, pues no se trata de una moda pasajera.

Ya todo está relacionado con las personas. Las organizaciones deben humanizarse: “Personas que lideren a las personas, pensando en LA PERSONA.”

Fíjense en el giro tan atractivo que se le ha dado “hoy” a la Seguridad y Salud Laboral del 1995.

A la luz de todo ello, parece ineludible la necesidad de un salto cualitativo en el concepto PRL, para encontrar coherencia y alinearse con esta nueva circunstancia, pero, ¿Por dónde empezar?

Actuar para implantar Comportamientos seguros y saludables en directivos, mandos y trabajadores, que sean capaces de generar Cultura preventiva y Excelencia organizacional no es tarea fácil, pues nos referimos a renovar hábitos, normas, creencias y valores, es decir, a renovar el ADN de una compañía.

Los procesos de cambio y transición no están exentos de las lógicas resistencias, pues se abandonan “formas de hacer” que ya no nos sirven, pero a las que estamos apegados y nos proporcionan confort, por otros repertorios, sin explorar y en los que aún no somos expertos.

Se trata de DESAPRENDER, de resetear valores, pasando a prioridades simples y básicas que conforman un modo de vida sostenible, tal como nos lo recuerda la Agenda 2030 de la OIT a través de sus 17 principios básicos, ODS, objetivos estratégicos que nos conducirán a una nueva Geografía del Trabajo, de las relaciones laborales, hacia la seguridad, bienestar y la tan ansiada Felicidad en el trabajo.

Por lo tanto, no se trata únicamente de modificar el “hacer”, sino que adquiere especial importancia su impacto en el “sentir”, cómo percibimos estos nuevos escenarios, que será, lo que en definitiva, permitirá afianzar los cambios hacia comportamientos seguros y saludables y conservarlos a lo largo del tiempo.

¿Cómo nos aseguraremos entonces un cambio exitoso hacia una Cultura Preventiva que nos lleve al Bienestar Laboral?

Al perfil femenino parece que esto le encaja como anillo al dedo, pues la destreza en el manejo de las competencias que se encuentran bajo el paraguas de la Inteligencia Emocional (IE), son atesoradas por “la Mujer” y esta habilidad, capacidad y desempeño es clave en los procesos de transformación. La IE aparece, entonces, como ventaja competitiva del <Liderazgo Femenino>.

Y ¿Qué características identifican a las mujeres en este sentido, aportando ese valor añadido a la transformación en la generación de Cultura preventiva tan necesaria en nuestras empresas? Algunas de ellas son:

  • La mujer en la generación del negocio, prioriza el crecimiento personal profesional como medio para generar alta rentabilidad económica.
  • La mujer cuenta con un mayor peso de la vida afectiva desde la mayor orientación a la persona, a sus necesidades. Ello contribuye a la generación de un clima laboral más positivo, imprescindible en el contexto de cambio. La empatía y la valoración del otro es algo connatural de lo que es responsable la propia evolución humana.
  • La mujer posee una capacidad muy desarrollada para trabajar desde la multitarea, organizando numerosos frentes diarios de índole diversa y a veces de lo más variopinta.
  • La mujer destaca en su especial destreza con la comunicación que acerca posturas y media conflictos y que la convierte en experta gestora en situaciones de falta de entendimiento cargadas de emocionalidad. De ahí su alta capacidad para cohesionar, reunir personas, opiniones y propuestas. Su repercusión en la excelente gestión de equipos le convierte en líder participativa que fomenta la “cultura Co-”: colaboración, cooperación, contribución y co-creación.
  • La mujer va a interpretar mejor emociones y expresiones faciales, siendo este procesamiento de las emociones distinto al de los hombres.
  • La mujer es más estratégica en los sentimientos. Los líderes con altos niveles de IE tienen más facilidad para crear valor económico y social y el protagonismo de la mujer en esto está ya más que demostrado, tomamos como referencia el estudio del Peterson Institute for International Economics dónde se concluye que “las compañías que tienen al menos un 30% de presencia femenina en altos puestos ejecutivos tienen un 15% más de beneficios que aquellas que no las tienen”.

Detrás de todo ello, creo preciso hacer constar, la inestimable influencia que los patrones sociales consiguen. Los estereotipos/etiquetas de género son, en definitiva, modelos de conducta que definen cómo deben ser, actuar, pensar y sentir mujeres y hombres en una sociedad, y ello influye con deliberación en el contexto que nos ocupa.

Las compañías que tienen al menos un 30% de presencia femenina en altos puestos ejecutivos tienen un 15% más de beneficios que aquellas que no las tienen

Finalmente, un último párrafo que recoja la opinión resumida que comparto desde estas líneas:

Somos co-creadores de una nueva era en la que es indiscutible un giro en los conceptos de prevención, seguridad y salud que se alineen a las demandas actuales de las personas en las organizaciones.

Como todo procedimiento de cambio y transformación, es necesario un liderazgo que inspire y acompañe en el proceso, haciendo especial hincapié en el sentir de las personas que serán las responsables de llevarlo a cabo desde su compromiso e implicación; y para todo ello, el Liderazgo Femenino parece clave por su especial desarrollo de la Inteligencia Emocional.

Una empresa Saludable, Flexible, Segura, Que “Cuide” a sus Personas Trabajadoras, revertirá en lo social y enriquecerá a la Comunidad, actuará como co-ayudante en los otros roles personales de los individuos que la componen, en el de madre/padre, responsables de la casa/hogar, etc, siendo ésta también nuestra realidad social.

La empresa es el entorno donde poner en marcha este sistema social que favorece la Paz y la Vida en común, siendo pues co-responsable en crear: Una Cultura Preventiva y de Excelencia donde el individuo es eje, principio y fin, está en el horizonte y caminamos con él hacia una nueva Ética y Estética Empresarial.

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