Ciberseguridad e impacto reputacional son conceptos estrechamente relacionados. Un ataque informático puede afectar severamente a la reputación de una empresa. Esto no es de extrañar, ya que los datos de sus clientes o trabajadores pueden quedar expuestos en dicha situación. La opinión pública no se quedará impasible ante casos como este, por lo que merece la pena analizar en profundidad la relación entre seguridad y reputación.
Ciberseguridad e impacto reputacional
La reputación corporativa es un concepto bien conocido, que hace referencia a la valoración que el público tiene de una compañía. Esta se cimenta en las acciones publicitarias que realiza, los productos que comercializa y la visión que tiene el público de su actividad. Así, una valoración negativa puede afectar en la confianza de los consumidores, que sentirán recelo respecto a la calidad de sus productos o servicios.
Con el desarrollo de Internet y la llegada de la web 2.0, la reputación de las empresas ha ganado en importancia. Esto se debe a la capacidad que tienen los usuarios para crear y transmitir información. Si una noticia negativa afecta a una compañía, esta acabará llegando rápidamente a las redes sociales, foros y otras plataformas, donde será comentada. Y eso puede generar un impacto muy negativo en la reputación.
Además, el mal o buen uso que la propia compañía haga de las herramientas que le ofrece Internet también puede afectar a la visión que tienen las personas de una empresa. Para ahorrarse los efectos más adversos, es necesario gestionar la reputación en dos aspectos: investigación y monitorización.
Investigación y monitorización
• La investigación se centra en los sucesos del pasado. Se analiza la reacción de los usuarios, sus opiniones y los comentarios aparecidos en redes sociales, medios de comunicación y otros ambientes. De esta forma se obtiene una visión completa de cómo los usuarios perciben una marca.
• En cuanto a la monitorización, los esfuerzos se centran en conocer qué es lo que está ocurriendo en la actualidad. También se revisan los comentarios, opiniones e informaciones que se generan en la red sobre la empresa, y se registran para un posterior análisis. Así, se pueden conocer rápidamente las reacciones de la audiencia ante un hecho novedoso y tomar decisiones para mitigar su impacto u obtener un beneficio.
En este contexto, además, cuidar la ciberseguridad es muy importante. Un fallo en la misma perjudicará la imagen de la empresa, en especial si esta es muy conocida y el ataque fue de grandes proporciones. La desconfianza entre los usuarios podría llegar a cundir, en especial en caso de que los datos de los compradores se vean afectados.
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Las opiniones que se generarían podrían girar en torno a la falta de previsión de la empresa o el desconocimiento de la amenaza. Así, si la gestión del suceso es nefasta las consecuencias se dejarán sentir en la reputación del negocio, en especial si no se toman medidas de forma rápida y diligente para resolver el problema.
Fraude, crimen organizado y ciberseguridad
Internet es un entorno donde el fraude y el crimen organizado actúan más de lo que a menudo se percibe, aunque con herramientas diferentes a las tradicionales. Por ejemplo, es posible desarrollar estafas en cualquier red social convirtiéndose en fraude por ingeniería social y manipulación. La red ofrece oportunidades tanto para crear un negocio legal y darlo a conocer como para todo tipo de actividades fraudulentas.
Los ataques con programas maliciosos, los de denegación de servicios o los efectuados con ransomware son recursos que utiliza comúnmente el crimen organizado. Uno de los objetivos habituales de estos delincuentes son los datos, que tratan de robar o secuestrar a cambio de grandes sumas de dinero. Y, para lograr sus objetivos, se valen de las vulnerabilidades en los sistemas informáticos de las empresas.
No obstante, también hay que tener en cuenta la ingeniería social mencionada. Los propios empleados de una compañía pueden convertirse en un punto débil si carecen de la formación adecuada. Por ejemplo, es posible que se faciliten contraseñas o información sensible respondiendo a un sencillo correo electrónico falso (como son los ataques phishing que aumentaron durante el Coronavirus) o descargándose un programa fraudulento.
Por eso, la formación de los empleados en nociones de seguridad en la red es tan importante como la inversión en ciberseguridad. Y es que si un programa lograra instalar un protocolo de escritorio remoto, sería posible para quien lo controlase obtener casi cualquier información de la compañía desde la otra punta del planeta.
Consecuentemente, la reputación corporativa se vería dañada en cuanto el suceso trascendiera a la opinión pública. De esta forma, las pérdidas económicas causadas por el ataque en sí se sumarían al coste de reputación dañada, que puede tardar años en recuperarse.
El control de la propia imagen en la red es clave
Mantener una reputación positiva es algo a lo que debe aspirar toda empresa. Una mala gestión de la misma traerá consecuencias negativas, habiendo que enfrentarse a pérdidas financieras y de confianza complicadas de superar. Y si bien la imagen puede deteriorarse de muchos modos, utilizando los productos de ciberseguridad adecuados se evitará parte de estos daños.
Hoy, más que nunca, hay que cuidar este aspecto. Los delincuentes, organizados o no, han aprendido a aprovechar las oportunidades que les brinda la red y pueden realizar ataques de múltiples maneras, aprovechando fallos tanto humanos como de los sistemas informáticos de las empresas. Un sencillo ataque de phishing o un correo que lleve a la descarga de un archivo fraudulento pueden causar estragos.
Como se ha podido ver, ciberseguridad e impacto reputacional albergan una estrecha relación. Es indispensable cuidar ambas, ya que si la primera falla, la imagen corporativa acabará por resentirse. Habrá que tomar las decisiones adecuadas de forma muy ágil para evitar males mayores.