Las criptomonedas llevan un tiempo ocupando titulares. Estos activos digitales ganan en atractivo cada año, e inversores de todo el mundo apuestan por ellos. Sea Bitcoin o cualquier otro activo, es necesario conocer los riesgos que puede suponer invertir en ellos. Siempre hay que actuar con prudencia en esta nueva clase de inversión, ya que de otro modo, se podría perder buena parte del capital invertido. Así pues, ¿cómo controlar mejor los peligros que traen consigo las criptodivisas?
Riesgos de las criptomonedas
La inversión en criptomonedas están sujetas a diferentes riesgos, nada distinto a lo que ocurre en compras de otros activos. El más destacado es su volatilidad, que viene dada por los cambios constantes en su valor y que tienen su origen en la poca madurez de su trayectoria como activos comercializables y la poca liquidez de algunos de ellos en el mercado. Esto hace que las fluctuaciones sean rápidas y surjan en cualquier momento. Es posible que en cuestión de segundos el precio se desplome… O se multiplique.
Otro aspecto a considerar es la falta de regulación extensa y común por parte de gobiernos o bancos centrales, lo que aumenta aún más su volatilidad. El valor de los activos está totalmente en manos del mercado privado, y la falta de intervención pública (característica que por otro lado los incondicionales de las cryptomonedas alaban y señalan como uno de sus claros atractivos), puede significar que la fluctuación de sus precios podría estar sometida a manipulación. A día de hoy, no existen mecanismos eficaces que minimicen este riesgo, ya que el precio se construye con información privada de intercambiadores (Exchanges: mercados de compra y venta) que no llega a publicarse de forma completa y totalmente entendible para el inversor medio.
Junto a esto, hay que tener en cuenta la complejidad inherente al activo. Las tecnologías que los sustentan, como es el caso del blockchain, son poco conocidas y están en continuo desarrollo. Al igual que ocurre con el funcionamiento de las cryptomonedas, en ocasiones es difícil saber cómo o donde conseguirlas y qué se puede hacer con ellas una vez adquiridas. Además, estos activos no cotizan en mercados convencionales, lo que las hace aún más opacas.
Un riesgo importante, en el que se puede caer por desconocimiento, son las estafas, robos o pérdidas. En el pasado, fueron relativamente comunes campañas de lanzamiento de este tipo de activos (comúnmente conocidas como ICO “Initial Coin Offering”) a inversores particulares de forma muy agresiva y ajena a regulaciones claras, donde se ofrecieron productos que no existían a la fecha o se creaban alrededor de esquemas Ponzi con la excusa de una supuesta gran rentabilidad futura. Afortunadamente hay que decir que se ha evolucionado positivamente en ese aspecto, siendo las ICO mucho más transparentes.
Paralelamente, la custodia de activos digitales es dificultosa y en ocasiones recae en terceros, bien por plataformas de intercambio o entidades de custodia, con muy pocas entidades domiciliadas en España que ofrezcan estos servicios con garantías, lo que habitualmente supone al inversor tener que abrir cuentas en entidades extranjeras de reciente aparición y desconocidas para el gran público. Y todo ello, sin contar con la posible pérdida de contraseñas de los monederos digitales o de los archivos que contienen los criptoactivos.
Por el motivo anterior expuesto, demostrar la posesión del activo llega a ser complejo, lo que simplifica las estafas y los robos. Esto no hace más que empeorar al no existir una regulación que proteja a los usuarios o inversores particulares o de empresa, quienes suelen tener poca o ninguna información sobre el funcionamiento del producto en sí: hoy en día se pueden obtener remuneración financiera por depositar activos digitales a plazo, recibir préstamos contra prenda de activos digitales, etc, es decir, se está desarrollando una industria de derivados financieros como en otras clases de activos.
Por último, en el caso de algunos activos que no se consoliden, puede existir el riesgo de no encontrar comprador para las cryptomonedas o una forma adecuada para intercambiarlas, lo que puede provocar grandes tensiones en su valor o que el mismo desaparezca por completo. Esto es algo que se acentúa a raíz de la proliferación de monedas diferentes (se estima que a día de hoy hay unas 4.500 activos digitales comercializables), que podrían parecer una inversión atractiva, pero también, desaparecer sin previo aviso
Finalmente, estos activos controlados por cadenas de bloques o sistemas de intercomunicación entre redes computacionales, están sobre el papel expuestas a posibles ciberataques con la intención maliciosa o fraudulenta de modificar la composición de los mismos. No tiene por qué pasar, pero es un riesgo que no hay que obviar totalmente, dado que son activos de gran valor, que podrían utilizarse para diferentes actos fraudulentos y que por su naturaleza, son muy difíciles de seguir y rastrear.
Empresas y Bitcoin
Como se ha mencionado, en su faceta como eventuales monedas digitales, uno de los riesgos de los criptoactivos es la falta de personas o entidades que los acepten con tal fin. Esto no solo afecta a su posible compraventa en el mercado, sino que a día de hoy no es posible comprar una amplia variedad de bienes y servicios con ellos; pocas empresas se arriesgan a aceptar estas monedas, especialmente por su volatilidad en su precio. Bitcoin es la más popular de todas ellas y la que mayor valor ha alcanzado, con una capitalización global alrededor de un trillón de dólares, tamaño suficiente comienza a despertar el interés del mercado mundial.
En los últimos meses, el Bitcoin en particular ha logrado posicionarse como posible valor alternativo de refugio para inversores frente a los materiales preciosos (ej. Oro) y por la inflación del dinero FIAT (dinero tradicional, por las políticas expansionistas en materia monetaria). Los controladores de medios de pagos también están poco a poco proporcionando el soporte logístico para su adopción: operadores como Pay Pal o VISA ya han empezado a emitir o aceptar pagos de algunos de estos crypto activos.
Pese a que algunos gobiernos, como es el caso de la India, proponen iniciativas legislativas para su prohibición, empresas como TESLA ya han anunciado su la aceptación de Bitcoin para la compra de sus coches. Además, el CEO de la compañía, Elon Musk, anunció recientemente inversión de 1.500 millones de dólares de la tesorería de TESLA en Bitcoins. Este conocido empresario también promovió la compra de otra moneda en la red social Twitter, el Dogecoin, lo que provocó que su valor aumentara en un 1.000% tras su anuncio.
Como vemos, este tipo de fluctuaciones, que pueden venir provocadas por unas sencillas declaraciones, no hacen más que aumentar el riesgo de los criptoactivos. Sin embargo, cuantas más empresas y usuarios inviertan en ellas, mayor estabilidad irán adquiriendo… A ello ayudaría una cierta regulación por parte de los organismos pertinentes.
Más allá de Tesla, la relación entre empresas y Bitcoin se extiende a otras organizaciones. La mayor inversión acumulada hasta la fecha fue la realizada por la tecnológica MicroStrategy, con 3.300 millones de dólares. Además, otras muchas tendrían ya en tesorería cifras que podrían llegar a los 105.000 bitcoins (unos USD 6,300 Mio a valor actual). La razón principal para comprarlos ha sido el conseguir una rentabilidad sostenida que los bancos no ofrecen, como valor refugio y para evitar la deflación del dinero tradicional.
Esto último no es de extrañar. Buena parte de los beneficios de una empresa se dedican a inversión, y en especial cuando se dispone de un excedente considerable. De esta forma el dinero no se queda parado, y genera aún más beneficios para continuar con el crecimiento de la organización. Bitcoin, en algunos casos, se ha mostrado lo suficientemente atractivo como para alcanzar unas rentabilidades muy altas tras su compra, como viene atestiguando su evolución en precio desde su origen en 2009.
Tal es la situación que compañías tradicionales que ofrecen servicios financieros, como Morgan Stanley, están valorando su entrada en la criptodivisa. Justifican este interés en la creciente demanda de estos activos, lo que llevaría a los clientes de estas organizaciones a solicitar su adquisición.
Como dato concreto en los últimos 12 meses el bitcoin aumentó su valor en un 400 %,y algunos especialistas reconocen en él patrones similares a los del oro. Como hemos indicado, el mercado está tratando de usarlo como valor refugio dada su escasez ya que no existirán nunca más oferta que 21,000,000 de Bitcoins, de los cuales se han emitido unos 18,675,000 estimándose alcanzar ese máximo en el año 2140.
Seguros para exchanges
A la hora de reducir los riesgos antes mencionados, están comenzando a surgir seguros para exchanges. En estas plataformas es posible operar con criptoactivos, y los seguros tratan de cubrir parte de los riesgos que suponen las operativas.
Aon se mantiene a la vanguardia en la creación y diseño de soluciones aseguradoras innovadoras para la industria de las cryptomonedas y blockchain. Por ejemplo Aon, recientemente se ha aliado con la plataforma de tecnología de seguros Nayms y la aseguradora de Bermuda RELM con el objetivo de crear el primer proyecto para asegurar la compraventa de criptodivisas. El principal riesgo que se busca cubrir es la coincidencia de los activos con los pasivos, ya que hay que tener presente que el apalancamiento es una práctica común en estas operaciones de compra y venta de activos financieros, que siempre entrañan un mayor riesgo a cambio de altos beneficios.
También se busca crear una cobertura eficiente y rentable de los activos digitales al son del crecimiento del mercado. Como se ha visto, diferentes empresas comienzan a apostar por Bitcoin, desde tecnológicas a financieras: ellas podrían ser la punta del iceberg que lleve a un aumento imparable en los próximos años.
La existencia de seguros para exchanges de calidad y solvencia es necesaria para que el mercado se expanda de forma sostenible. Esta colaboración entre Aon, Nayms y Relm fusiona tecnología, regulación y experiencia en el sector de los seguros. El enfoque principal es la transparencia, otro pilar que contribuirá a dotar de estabilidad a las transacciones.
Por otro lado, el uso de la tecnología blockchain en la industria aseguradora contribuirá a potenciar la transparencia en los seguros. Así, los usuarios podrán comprobar a fondo los contratos que están suscribiendo, pero garantizando la privacidad de sus datos personales. Los contratos transparentes (“smart contracts”) ya son un gran avance en materia de seguros: cada usuario sabrá qué está comprando y dónde, datos fundamentales para evitar estafas o robos.
Otro riesgo que se busca cubrir con la indicada colaboración de Aon es la discrepancia entre el precio de la criptomoneda y el dólar u otra divisa con la que se quiera operar. Para evitar o reducir este problema, se busca hacer coincidir las monedas con la intención de que el capital que financia el riesgo se bloquee en Bitcoin, por ejemplo. De esta forma se aumentará la estabilidad y la seguridad de los usuarios.
Como se ha podido apreciar, el interés por las criptomonedas no deja de crecer, lo que está creando diferentes necesidades. Algunas empresas comienzan a interesarse por las posibilidades que ofrecen y, claro está, por la rentabilidad de la inversión. Esto provoca la demanda de seguros que sirvan para paliar posibles riesgos. Ante esta situación, Aon trata de dar los primeros pasos para garantizar un mercado más estable.
Opinión de los expertos
Hoy por hoy, el mercado de seguros no está en disposición plena para poder ofrecer soluciones aseguradoras centradas en la protección individual directa de los usuarios o inversores protegiendo su inversión (es decir, venta de seguros personales) frente a la pérdida de los activos digitales, pero sin embargo Aon está trabajando muy activamente para liderar soluciones aseguradoras para los operadores de esta industria, diseñando protecciones de seguro para exchangers (plataformas de intercambio), Brokers, desarrolladores de blockchain, entidades centradas en custodia de criptomonedas, empresas de minería de cryptoactivos, etc, que indirectamente dotarán de seguridad a los inversores y usuarios finales, al estar razonablemente protegidas las operativas claves de los operadores confiables, creando entre todos un espacio más seguro y controlado para la inversión en esta nueva clase de activos.
Como conclusión, nuestra recomendación a los posibles inversores de empresa o particulares es seleccionar bien el operador con quien trabajar, especialmente los que de manera transparente publiquen disponer de alguna protección aseguradora, circunstancia que denota confianza frente a sus usuarios o inversores. Igualmente, aconsejamos a los operadores y empresa de la industria a acudir a Aon como consultor de seguros para el diseño y negociación de programas de protección frente a los riesgos que afrontan en su día a día.
Especialistas que han colaborado en este artículo: Pablo Montoliu y Gerardo Polanco.